En la violencia de género es indispensable considerar tanto los daños visibles como lo no visibles que ocasiona la relación violenta en la pareja.
Muchas, y a distintos niveles, son las consecuencias que las diversas formas de violencia física, psicológica y social provocan en la salud de las personas maltratadas:
• Daños sobre la salud física son, quizá, los efectos más visibles de la violencia. Varían desde pequeños roces, magulladuras, cortes o moratones, hasta grandes lesiones con graves consecuencias (roturas de huesos, traumatismos craneo-encefálicos, grandes quemaduras, etc.) que pueden llegar a causar la muerte. Son también frecuentes los dolores en diferentes partes del cuerpo y otros síntomas inespecíficos entre los que se pueden citar: dolores de cabeza, de espalda, de articulaciones, musculares, de abdomen, así como el excesivo cansancio, tensión muscular, pérdida de apetito, problemas digestivos. En general, las personas maltratadas utilizan frecuentemente los servicios de salud, por lo que la medicalización del problema se presenta también como un efecto no deseado.
• La salud sexual y la salud reproductiva resultan también dañadas, puesto que las relaciones sexuales forzadas producen efectos negativos, como son relaciones sexuales dolorosas, trastornos menstruales y pérdida del deseo sexual. Con frecuencia se les niega el uso de preservativos y, por ello, sufren infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados. En los casos de embarazo no deseado es más frecuente la depresión posparto, la menor duración de lactancia natural, la escasa ganancia de peso de la mujer y el consumo de alcohol y tabaco durante el mismo. Las hospitalizaciones por infección renal, sangrado uterino, desprendimiento de placenta, parto prematuro, caídas o golpes en el abdomen, como consecuencia de sufrir violencia durante la gestación, son otros de los daños en la salud.
• Daños sobre la salud mental: no se puede olvidar que una relación de maltrato va más allá de la mera sucesión periódica de incidentes o altercados; una relación de maltrato incluye estrategias de coacción muy sutiles y encubiertas instauradas en lo cotidiano. Las humillaciones, desprecios y descalificaciones acaban minando la autoestima de las personas; son frecuentes la depresión y la ansiedad, así como la dificultad para concentrarse, las alteraciones del sueño, la pérdida de memoria, la irritabilidad, el desinterés por lo que ocurre a su alrededor y la excesiva tristeza. Algunas personas que sufren violencia continuada crónica llevan a cabo intentos de suicidio o llegan a consumarlo.
• Los efectos sobre la vida laboral y social: el maltrato puede desencadenar un mayor número bajas laborales o de ausencias al trabajo, en la mayor parte de las ocasiones difícil de justificar, por lo que genera mayor indefensión y desprotección jurídica en los derechos laborales de la persona como víctimas de violencia; otra consecuencia es la incomunicación o aislamiento en las relaciones familiares, de amistades, por la invasión de los espacios vitales de la persona que el agresor vulnera sistemáticamente . También es frecuente la re-victimización o “culpabilización social” por no abandonar la relación y permitir que sus hijos continúen viviendo situaciones de maltrato, aumentando o incrementando los sentimientos de culpa que ayudan a este aislamiento social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario